la rodilla del diablo

En la calle del Refugio, que actualmente es la calle de Aztecas, antiguamente había una piedra laja que embonaba perfectamente con una rodilla y que delimitaba la esquina con la actual calle de Obregon.  Se cuenta que un capataz mando poner la famosa piedra que daba la altura requerida de una persona fisicamente bien constituida y a determinada distancia había dos hoyos en donde también debían embonar los dedos indice y pulgar y quien pasaba esta prueba era contratado por el capataz.  La gente decía que este consejo se lo había dado un capitán que un día se había aparecido en la obra vistiendo una enorme capa dragona, cubriéndose el rostro con una parte de dicha capa que era de color negro.  Dicen que un día llego a pedir trabajo un jovencito, casi un niño, pero de muy buena complexión que dio las medidas exactas en la piedra, pero dada su corta edad, no rendía en el trabajo como un hombre adulto, cierto día, el capataz, quien era alcohólico y perezoso, le propino tremenda paliza al jovencito que lo dejo desfallecido, los demás compañeros apartaron al capataz de el y vieron con terror que el capataz estaba desfigurado por la ira, echando espuma por la boca  y  uno de los trabajadores le aventó un escapulario que portaba, convirtiéndose inmediatamente en el hombre de la capa dragona, que no era otro sino el mismísimo diablo, quien se había posesionado del capataz quien se echo a correr desapareciendo por el lado norte de esta ciudad.  El jovencito se recupero, pero todos se dieron cuenta del mal que existía, sin embargo fue hasta 1960, cuando la piedra fue quitada de ese lugar, luego en la calle de aztecas fue colocada una imagen del Sagrado Corazon de Jesus, tal vez para que nunca vuelva por ese rumbo aquel ser maligno.